California

Sat, Aug 28, 2010 8-minute read

Después de vivir en la bahía de San Francisco durante los últimos 11 meses, y de recorrerme buena parte del estado de California en coche, ya me siento capaz de enumerar las diferencias que más me han llamado la atención entre El Estado Dorado y mi país (por “país”, se entiende o bien Cataluña o bien España, que cada cuál elija el que más placer le dé y así todos quedamos contentos y nos olvidamos de tanta tontería política por unos momentos de agradable lectura de una entrada de un blog maravilloso).

Diferencias entre California y mi país, sin ningún orden aparente:

– No se camina a los sitios. El coche son tus nuevas piernas. La tendencia es aparcar lo más cercano posible del restaurant/super/casa. O incluso hacerlo todo desde el coche, lo que llaman drivethru, que no solo es para McAutos i fast foods similares, sino que también puedes sacar dinero des del coche, o hasta hacerte unas fotografías de carné.

Las patatas fritas se las comen con piel. Ai uix.

La gente respeta las señales de STOP. Se paran siempre. Aunque sea en un cruce donde se vea perfectamente que no viene nadie. Siempre se paran. A mí todavía me cuesta hacerlo y cualquier californiano que me viera conducir me diría que conduzco como un asshole.

– La gente es muy amable. Siempre te preguntan cómo estás, aunque te compres una mierda de hamburguesa en un fast-food a las 2 de la mañana. Supongo que el tema de las propinas influye (aunque bueno, en los fast-food no hay propinas).

El sistema métrico está en fracciones. En la carretera nunca verás que tal ciudad está a 5.5 millas. Te pondrá 5 1/2. Igual con las pulgadas y los pies. Una vez me dijeron que tal cable medía siete con tres octavos de pulgada. Pensé que era una broma.

Muy superficial todo en general. La gente se escandalizaría al ver tetas en las portadas de las revistas (lo pongo en condicional porque no se ven tetas en las portadas de revistas, y, para conseguirlo, ponen un micropunto negro o una estrellita brillante de censura en los pezones), y mientras tanto aquí muchas chicas se operan las mamellas para que todos las miremos.

– La gente no roba. O no roba tanto. Me dejé la mochila con mi portátil, mi pasaporte, y otros documentos demasiado importantes en el metro de San Francisco. Ésta recorrió todo el recorrido del metro no sé cuantas veces y llegó a la otra punta de la bahía y me llamaron los de seguridad por la noche, 6 horas más tarde, cuando estaban limpiando los vagones, para que la recogiera.

– Hay gente disfrazada en algunos semáforos haciendo publicidad de algún comercio cercano. Bailan, saltan e incluso algunos hacen headbanging. Les pagan por ello.

– Las carreteras se toman dirección Norte, Sud, Este u Oeste. No se toman dirección San Francisco o dirección Los Angeles. A veces también ponen el nombre de las ciudades en los carteles para tomar autopistas, pero siempre pondrán los puntos cardinales. Esto, para alguien que no se conozca la zona, ayuda muchísimo a situarse.

Hay banderas americanas por todas partes. Por muy hippies/hipsters que sean en Sa Francisco, las banderas americanas no faltan. Hasta incluso en los coches de bomberos, que ponen una banderita que ondea al viento en la parte trasera del camión. Están todos muy orgullosos del país. A veces también ves banderas de California (bastante sosa por cierto), pero siempre o casi siempre van acompañadas de la bandera del país.

– La mayoría de semáforos son inteligentes, con detectores de cuántos coches hay en el carril para agilizar el tráfico. Además, aquí existe el “Right turn on red”, que significa que siempre que hagas un stop, y aunque el semáforo esté en rojo, puedes pasar si vas a girar a la derecha.

Muy raramente ves a gente pasear por la ciudad (San Francisco es una excepción, pero tampoco es la locura de Barcelona). Todo el mundo toma el coche para ir a donde sea. Sí que es muy común ir a pasear por el campo o ir a parques naturales que, ya sea dicho de paso, son preciosos (especialmente Yosemite). Aún así, el espectáculo de coches en las ciudades vacías de transeúntes me parece desolador.

Todo está lejos. Y ya que el transporte público va como el culo (y yo me quejaba de la Renfe, madre mía ojalá la Renfe existiera aquí), pues todo el mundo tiene coche y las ciudades están pensadas para los coches (y bueno, gracias a eso es muchísimo más fácil encontrar Parking). Otra vez, San Francisco es una excepción, aunque el Caltrain (la renfe de la bahía) deja mucho que desear también.

– El concepto de salir de fiesta es ir a casa de alguien (o en tu propia casa) e invitar a amigos y poner bebidas y música y jugar a juegos y disfrazarse. Es como las fiestas de cumpleaños de EGB, pero con alcohol y medical marihuana. Esto se lleva más que salir a algún local determinado (que haberlos haylos). La fiesta aquí empieza a las 8 y acaba, como muy muy tarde, a las 2 de la mañana. No me extraña que cuando esta gente viene al sur de Europa se desmadre. Aún así, a mi ya me va bien, pues quien me conozca sabe que yo a las 2 para casa que las discos me agobian. Sobretodo si no he bebido lo suficiente.

– Sacarse el carné es extremadamente fácil. No sólo por el nivel de los exámenes (que ni te preguntan cosas de pesos o licencias A, B o D más E, ni te hacen aparcar), sinó también por el precio. Yo me saqué el carné por $35. Déu n’hi do.

– Se puede poner el nombre que quieras a tu matrícula siempre y cuando nadie antes en California se lo haya puesto. Vale como $20 más.

– En los restaurantes te dan la cuenta lo más pronto posible. Cuanto más pronto te la den, mejor servicio tienes (a ojos de un americano), pues así, si tienes prisa, te puedes ir rápidamente sin perder tiempo. Y si no, eres libre de quedarte cuanto rato quieras.

– En muchos pubs no hay música a menos que alguien pague a la Jukebox. Y hay muchas veces en las que nadie pone nada y el pub se queda sin música. Tardas varios minutos a darte cuenta de que algo falta en ese pub, hasta que te cagas en el Jukebox y decides poner 1 dolar para poner Metallica.

– La fruta de California es, en general, excepcionalmente buena. Pero las fresas, los ahuacates y las ciruelas son algo de otro mundo. Quien no haya probado las fresas, los ahuacates y las ciruelas de California no sabe a qué saben realmente estas frutas. De verdad. Ahora entiendo mucho mejor las escenas eróticas con fresas con nata de las pelis americanas.

– Las cervezas. Las cervezas de California tienen un gusto peculiar. Puedes encontrar Lagers parecidas a la Estrella o a la San Miguel (Budweiser o Samuel Adams), pero la especialidad son las Indian Pale Ale o IPA. Te gustan o no te gustan. Pero si te gustan, te gustan mucho. Las IPA tienen mucho, muchísimo lúpulo. Son fuertes y con un sabor muy característico. Coincido con varios amigos cuando dicen que el sabor de California es el del lúpulo (los hops). Mis cervecerías preferidas son Stone Brewery en San Diego y Russian River en Santa Rosa.

El número de pisos empieza por el 1 no por el 0. Un primer piso en mi país sería un segundo en California. Un primero en California, sería un principal en mi país.

– Por muy hippies o progres que sean algunos Californianos, el tema del reciclaje deja mucho que desear. Hay muy pocos contáiners de reciclaje, y si los hay, sólo separan el cartón y el vidrio. El plástico se queda fuera, o hay gente que lo pone con el plástico. Curioso.

– La crisis no existe para los ingenieros. De prácticas, en silicon valley, no es inusual cobrar unos $6000/mes brutos. Y eso por ser un simple becario de prácticas en verano. Madre de dios virgen santa.

Las uñas de las mujeres son una religión. Hay un fetiche enorme por las uñas de los pies. Hay tiendas de manicura y pedicura por todas partes, y siempre hay clientes dentro. Arco iris, purpurinas, colores resultones. A cualquier edad. Estoy pesando en ir a ver si me ponen unas senefas en las uñas, solo para ver qué se siente.

– Nadie bebe alcohol por la calle (excepto los homeless). El concepto botellón no existe. Además, no se puede beber hasta los 21 años (por eso mucho undergrads se van a Tijuana a emborracharse cuando cumplen los 18). Y si aparentas tener menos de 40 años, te van a pedir el carné siempre que te pidas una cerveza.

Hasta aquí las diferencias. Gracias a Diana por ayudarme a recopilar esta lista. Y si alguien que haya estado por allí quiere añadir alguna otra diferencia, estaré encantado de editar el post.