Atlantis

Tue, Aug 21, 2007 3-minute read

Ayer volví de la semanita en Formentera. Tal y como dije, esta isla es maravillosa. Olvidándonos de la plaga de italianos en moto, esta isla es sinónimo de relax y felicidad. Las mejores estrellas están en Formentera.

Como Balearia nos obligó a hacer escala en Ibiza, también nos quedamos dos días y dos noches en la capital de las drogas sintéticas, discotecas y placa-placa. Evidentemente, tratamos de evitar eso al máximo. Y, de ésta manera, encontramos uno de los rincones más maravillosos del mundo. O como mínimo del mundo que yo he visto hasta ahora. Se llama Atlantis. Es una ciudad que surge del mar en la parte sud-oeste de la isla. Muy pocos la conocen.

Este lugar fue la cantera de los Fenicios cuando llegaron a la isla y empezaron a construir la ciudad de Ibiza. De aquí viene su geometría, la cual ha sido moldeada por el viento al paso de los años. Los hippies llegaron durante los años setenta y cuando vieron esta cantera olvidada mientras iban de LSD hasta el culo, lo primero que les vino a la cabeza fue la palabra Atlantis. Y así quedó. Está en Ibiza.

La excursión hasta la ciudad perdida es larga y difícil, pero el resultado está mucho más que merecido. Nos acompañaron dos viajeros del mundo que se habían aposentado en las diferentes cuevas de la isla. Uno de ellos nos enseñó su casa y me entraron unas ganas terribles de vivir así (por una temporada, claro. Soy tecnofílico).

Esta es una de las perfecciones de la genética y hace dos meses que forma parte de la familia de las cuevas. No tiene nombre todavía:

Después de seguir bajando el angosto sendero, llegamos finalmente a la ciudad sumergida. El agua azul, llena de piedras, algas, peces y vida. Las piedras arrancadas por la antigua civilización del Mediterráneo. Llena de energía, inspiración e historia. Y también, desgraciadamente ése día, llena de medusas. Pero eso no nos impidió saltar de sus incontables piedras y bañarnos en el turquesa de ese maravilloso día.

Esta es Ona, campeona de España de gimnasia a los 15 años y que, gracias a 8 horas de entreno durante 12 años y luego 5 años de descanso, hace estas cosas:

La vuelta fue difícil. Una subida casi infinita que no podría haber subido si no hubiera tenido un paisaje tan exageradamente bonito y una energía en mi cuerpo que sólo se puede encontrar en la pequeña ciudad olvidada. Las caras nos contemplaban des de las rocas erosionadas.

Finalmente llegamos a la furgoneta, pero todos seguíamos en un mundo mágico, precioso y lleno de energía. Cierro los ojos y aún sigo allí. No voy a explicar cómo llegar hasta allí, pues lo podéis encontrar por la red.

Este lugar es lo más parecido a Islandia que haya visto fuera de Islandia. Por supuesto, Islandia va un paso más allá. Islandia siempre va un paso -o más- más allá. Aún así, en Atlantis he encontrado algo que no se puede describir. Algo que también encontré en la isla del circulo polar.